Como en el resto del mundo, desde la segunda mitad del siglo XIX hasta las primeras décadas del siglo XX, los servicios de comunicación en Uruguay comenzaron a prestarse en dos modalidades: el telégrafo y luego el teléfono.
A finales del siglo XX, el uso de teléfonos móviles se extendió a través de dispositivos inalámbricos, desde voz, mensajería de texto y servicios multimedia. Con el avance de la tecnología, los teléfonos móviles se volvieron cada vez más funcionales y han evolucionado hacia “teléfonos inteligentes”. Con el apoyo de las nuevas redes de servicios de datos, también aparecieron otros dispositivos, tales como tabletas, televisores y reproductores multimedia, los que brindan acceso a una gran cantidad de aplicaciones en Internet.
De acuerdo con el criterio antes mencionado, fue establecida como servicio descentralizado por Decreto Ley N.º 14.235, de 25 de julio de 1974, la Administración Nacional de Telecomunicaciones (Antel), órbita de la Administración General de Energía y Estaciones Telefónicas del Estado, la cual dio lugar a la creación de dos (2) empresas especializadas: una en comunicaciones y otra que produce, transmite y distribuye energía eléctrica.
En el siglo XXI Antel se desplegó con nuevas redes de acceso por cable de fibra óptica (medio de transmisión de información con mayor capacidad de comunicaciones), permitiendo el acceso a Internet a una máxima velocidad.
En particular, en 2020 Antel cerró con ganancias netas por alrededor de 179 millones de dólares, lo que amplía su crecimiento durante 19 años de forma consecutiva. Del total de sus ganancias, el 85% proviene de la telefonía móvil y de datos.
